jueves, 1 de octubre de 2009

La irremediable levedad del “puede ser”

Vivimos en tiempos de inseguridad. Salís de trabajar, te apuntan contra una pared y te sacan el celular y algo de plata. Indignada, subís al primer taxi que se te cruza y pensás en pagarlo en tu casa. Al subir, explotás en llanto porque no podés entender con qué facilidad ese ser humano con aire a mugre acumulada, se había adueñado de algo ajeno y mientras despotricabas contra su persona, por debajo de una lágrima ves un celular (mejor que el que te robaron) al lado de tu mano. Secás tus lágrimas de cocodrilo y seguís viaje con la “nueva adquisición” en el bolsillo de la cartera.

Hasta lo más incierto se torna cierto y uno no deja de sorprenderse. Internet se ríe de los que aún creen que es imposible encontrar el amor vía chat. En materia de Derecho, alguna vez fuimos dualistas con la misma convicción con la que hoy somos monistas. En el ’89, el señor de las patillas largas y acento riojano abrió piedra libre a los monopolios en materia de expresión y privatizó lo que en algún momento perteneció al Estado Argentino.

De la misma manera, Adán y Eva no se pelean con el abanico de teorías por tomar el primer puesto en los orígenes de la Humanidad. Y mientras en la tele se debate por la primacía de ambas líneas de pensamiento, vos te das cuenta de que tu trabajo podría ser otro y no éste donde puede que te paguen a tiempo, y no te mantengan en negro.

Mientras todo esto puede que suceda, la hegemonía dominante hace redondeles de humo con los Derechos Humanos… Es que aún todo es posible; ojalá algunas cosas no lo fueran.

No quiero configurar una conciencia de grises, pero dado el caso de que todo puede ser de una manera y flexiblemente puede pasar al campo contrario, me veo obligada a replantearme por qué todo puede ser y no ser.

Algunos hablan del blanco y del negro. La gran mayoría hace alusión a la falta de grises. “No pude, soy un extremo o el otro, no tengo punto medio”. Eso me dijo un amigo mientras me contaba que la novia lo había engañado. Ella, la tímida e inocente María, con sonrisa de sol y rostro angelado. La de las cartas de amor con la fragancia del perfume importado que él mismo le había regalado. María era única en su vida hasta ayer. Hoy, puede que no exista más, o tal vez sí.


Esa leve inconsistencia que parece inofensiva, atraviesa la sociedad de punta a punta. Despierta el miedo de algunos y la liberación de otros. Así Valentín puede que algún día sea Valentina en cuestión de minutos, o convivan ambos en un mismo cuerpo.

Salvando las distancias, en el medio de lo improbable, un Tornado destruya la vida de una ciudad, y mientras algunos están sedientos por recuperar su dignidad, otros se empachan con riqueza y poder.

Es que este grandioso país, nuestra querida Nación Argentina, que en algún momento fue Confederación, pareciera estar dirigido por una figura invisible sin certezas, ni consistencia; por la figura de un “puede ser” que corre para donde el viento vuela: hoy puede que hacia el Norte, mañana puede que hacia el Sur. Quién sabe…

4 comentarios:

  1. bueno. empezando: cuantos se hacen cargo? cuantos de los adultos actuán como adultos y se dejan de evasivas y se hacen responsables? el que te puede poner en blanco en el laburo, el que puede ver los grises y el que sabe que de certezas? nada. no hay. todo es "puede ser". igual, esto tiene tanto de verdad como que yo esté tratando de probar un punto del que, en realidad, no creo que tenga sentido...

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  2. Se me olvidada:

    Defender una verdad absoluta en estos tiempos, es un chiste y una tragedia

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  3. Es cierto lo que decís, me parece que lo que falta es convicción sobre las cosas, digo, ponerle el cuerpo y el alma. Cuando uno hace las cosas con convicción, con actitud, las cosas no pueden ser, son. Saludos.

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